Víctor Soto: “Para ser reservista se requiere vocación de servicio a la comunidad”
Poco más de 8 años lleva Víctor Soto como vigilante privado de BancoEstadoExpress. Un periodo extenso sabiendo que casi la totalidad ha transcurrido en la sucursal La Pintana, donde lejos de sentir inquietud se ha convertido en un vecino más. ¿Por qué? Porque la sucursal es visitada principalmente por adultos mayores que agradecen la asistencia de Víctor con sus trámites.
Y es que este socio tiene una abultada vocación de servicio que lo llevó, además, a convertirse en reservista del Ejército. Con orgullo declara que es suboficial de reserva con grado de sargento. “Yo fui militar antes de llegar a BEX. Y en 2015, cuando se presentó un tema limítrofe en Chile, me llamaron como reservista. Desde ahí quedé en calidad de activo, por lo que he seguido cumpliendo labores diversas en la institución”, destaca.
Víctor asume este compromiso con disciplina, por lo que todos los sábados asiste al Regimiento Tacna, en San Bernardo, para recibir reinstrucción en armas, servicios y batería en terreno. Eso sin contar todo el tiempo dedicado a labores de ayuda y reconstrucción en catástrofes y desastres naturales. “Uno de los últimos eventos en que participamos fue un aluvión en el Cajón del Maipo, donde muchas casas de vecinos fueron afectadas por deslizamientos de barro y agua. En esa ocasión ayudamos en la reconstrucción de viviendas”, explica.
Víctor ha participado en la Parada Militar todos los años y es muy probable que lo llamen para vigilancia de recintos en las próximas votaciones. Comenta que dentro del cuerpo de reservistas hay muchos vigilantes privados y también profesionales, como médicos y abogados, quienes aportan desde sus respectivos conocimientos. “Para ser reservista se requiere vocación de servicio a la comunidad. Yo siento esa vocación de manera muy profunda, por eso nunca he dudado en dedicar mi tiempo a esta labor. Además, me ayuda a perfeccionarme como vigilante en BEX”, señala.
Trabajo, familia y deporte
El día a día de Víctor transcurre tranquilo en la sucursal de La Pintana. Reconoce que, pese a la estigmatización que existe sobre la comuna, nunca ha vivido una situación de peligro en su trabajo.
Entre los desafíos que demanda su labor como vigilante destaca el temple y el saber cómo manejar distintas situaciones. “Debo ser una especie de vecino para todos los adultos mayores que llegan a la sucursal y no saben manejar la tecnología o no saben dónde dirigirse por un trámite. Creo que en ese momento aflora en mí esa necesidad que tengo de ayudar a otros”, puntualiza.
Víctor cree que los vigilantes privados deben estar preparados para nuevos desafíos y, por lo mismo, hay que avanzar en el uso de nuevo equipamiento que les permita realizar su labor de mejor manera. En ese sentido, opina que hay una necesidad de actualización en cuanto a elementos tecnológicos que ya existen y ya están disponibles para apoyar esta importante labor de seguridad.
En su vida privada todo transcurre tranquilo. Se siente muy unido a su familia y, como soltero, comparte hogar con sus padres, su hermana y su sobrino, un bebé de tres meses al que considera casi como un hijo. Lo que le queda de tiempo lo destina a la práctica del ciclismo. “Participo de un grupo con el cual hemos hecho varias distancias en bicicleta. Una de las más lejanas fue desde Santiago hasta la plaza de Rancagua”, recuerda.
Víctor se siente hoy pleno y tranquilo. Su familia lo apoya de manera cercana y se siente orgulloso del camino recorrido como reservista. Sabe que vendrán nuevos desafíos, pero una cosa está clara: ahí estará él, diciendo presente y en posición firme, para servir a otros.