InicioSindicato junto a TiPaola Guerra, asistente de servicios ULA: “Las mujeres somos minuciosas y detallistas, y eso es importante en gasfitería”

Paola Guerra, asistente de servicios ULA: “Las mujeres somos minuciosas y detallistas, y eso es importante en gasfitería”

Dicen por ahí que “la fortaleza crece en proporción a la carga”. Tal frase se cumple a cabalidad en la vida de Paola Guerra, asistente de servicios de la sucursal ULA que lejos de amilanarse por las piedras en su camino decidió sumar conocimientos y convertirse, además, en técnico en gasfitería.

¡Claro que sí! Las etiquetas que dividían los oficios en algo para hombres o para mujeres son cosa del pasado. Hoy cualquier persona es capaz de hacer cualquier cosa si se lo propone… y esa fue precisamente la reflexión de Paola.

Esta socia lleva más de catorce años trabajando en BancoEstadoExpress, sumando una valiosa experiencia en cuanto al contacto con la gente, la calidad de atención y el buen servicio. Esos tres elementos serán de gran importancia en su nuevo oficio, que espera poder desarrollar en el corto plazo tras titularse en el Instituto Imatec. “Me encanta el contacto con la gente. Hay quienes llegan contando sus historias y se van felices cuando uno es capaz de brindarle una grata atención en caja o en mesón”, señala.

Maternidad a solas

Han pasado muchos años desde que Paola y su marido decidieron separarse. Ello implicó un esfuerzo mayor para criar a su hijo Sebastián, quien ahora tiene 24 años y estudia periodismo.

¿Por qué? Por lo complejo que resulta a veces compatibilizar trabajo, horarios y ser mamá. Paola tuvo que buscar diversas soluciones para dejar a su hijo con alguien durante el día mientras ella iba a trabajar y lamenta no haber estado tan presente mientras él crecía. “El tema económico es difícil cuando uno está sola, a pesar de que su papá también aportaba. Yo sabía que debía esforzarme y cumplir con mis obligaciones laborales para salir adelante. Sin embargo, tuvo sus costos y siento que a veces dejé de lado a mi hijo. En ese tiempo vivía muy lejos de mi trabajo. Se me partía el corazón cuando lo dejaba con alguien y me decía: ‘Mamá, no te vayas’”, recuerda.

Tales circunstancias desgastaron un poco la relación entre madre e hijo a medida que este fue creciendo, lo que desembocó en que se fuera a vivir con su papá. Entonces, un nuevo dolor se hizo patente en la vida de Paola. A la fecha, muchas asperezas se han limado y, aunque aún vive sola, siente que ha recuperado a su hijo en la etapa de adultez. “Me alegra ver que muchos de los valores que le inculqué a Sebastián los pone en práctica en su vida”, comenta.

Herramientas y cotona ¡listas!

Paola agradece sus años en la empresa porque le permitieron adquirir el departamento donde hoy vive. Siente que su vida transcurre más tranquila y por lo mismo decidió atreverse en el mundo de la gasfitería. “A veces ocurre que llegan a tu casa personas que no saben nada de gasfitería, que dejan las cosas mal hechas o que cobran muy caro. Entonces, vi una necesidad en aprender yo misma a solucionar los problemas de mi casa”, destaca.

El curso al que asistió Paola era presencial y casi el cien por ciento de los alumnos eran hombres, lo cual no la desmotivó. Por el contrario, tuvo muy buena relación con sus compañeros, quienes la ayudaron resolviendo dudas cada vez que lo necesitó. A su juicio, la parte más compleja de este oficio es lo relacionado con el calefont, pero no duda de sus capacidades y del aprendizaje permanente que requiere la gasfitería. “Creo que las mujeres somos más minuciosas y detallistas, y eso puede servir a la hora de cautivar clientes”, explica.

Claro, porque la idea de Paola no es solucionar solo los problemas de su casa sino que prestar un servicio profesional a otras personas en sus horas libres. De hecho, ya puso un aviso en la conserjería de su edificio y poco a poco ha ido sumando las herramientas necesarias que se complementan con su cotona de trabajo. Y un punto importante: Paola ve que este oficio le será de gran ayuda cuando se haga mayor y esté jubilada del trabajo formal. “Mi hijo me apoya absolutamente en este nuevo camino. Siento que es un buen ejemplo para él, ya que puede darse cuenta de que lo que uno se propone se puede lograr”, finaliza.

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